miércoles, 10 de octubre de 2007

Texto e imagen de tapa


Matices

Selección de poesías y cuentos cortos


Beatriz del Carmen Ruiz

Texto de contratapa del libro

¨El mundo en que vivo me lastima.
Pero me siento solidario con los hombres
que viven en él.
Mi papel no es el de transformar
al mundo ni al hombre.
No tengo la virtud
ni el talento para ello.
Pero estoy feliz de servir desde mi sitio
a los valores
que hacen que merezca la pena
vivirse.¨
...........................Albert Camus


¨¿Sabes?, me gustaría que esto quedara
entre vos y yo.
No sé si los demás entenderían
que a una se le dé
por abrirse el pecho y el corazón
para mirar adentro.¨
Beatriz del Carmen Ruiz

Esencial

Aquí sentada
te espero,
mi musa alborotada.

Presiento
tus pasos
como acordes.
Enhebrando palabras.

Levantas monumentos
y en tu arrullo
me elevas
o me hundes.

Y
yo,
te sigo.

¿Cómo no he de seguirte?
Si es por ti
que yo vivo.

Romance de estación

Desnudo
el joven Árbol
se cubrió con el manto
del ensueño
como lo hicieron todos
ese Invierno.

Rezó el leñoso cuerpo,
temeroso,
comulgando la tierra.

El Invierno
con brazo omnipotente
lo bendijo
con la escarcha inmaculada
de su aliento.

Estremecido
en ese abrazo,
olvidó que todo
a su debido tiempo
siempre pasa;
hasta el Invierno fiel
se marcha un día.

Vencido se entregaba
cuando la dulce Primavera
con candidez de hierba
florecía
susurrando a su oído
tibiamente,
avivando su esencia
de savia reprimida,
despertándole vida.

Paisaje serrano

Se remontan hacia el cielo
las montañas
majestuosas e imponentes
cual amor,
y arrastradas con vehemencia
y con vigor,
van vertientes cristalinas,
soberanas.

Se entrelazan entre sí,
todos los cerros,
no terminan de bajar
que ya se elevan,
bien llegan al final,
ellos regresan,
parecen olas de tierra
en nuestro suelo.

Si caminas los senderos,
entre ellos
sentirás
que va elevándose
el misterio,
y tu alma agasajada
hará el convenio
de fundirse
entre las tierras
y los cielos.

Es tan hondo
y tan profundo su silencio,
tan amada
y tan soñada su bravura
que me envuelve
y acomete con premura
y porfiado
va llenando mis silencios.

Déjame
ser como el viento,
y atrevido,
recorrer tus laderas,
y mansamente
convertirme en paisaje,
y lentamente
volver a ser
quien alguna vez
yo he sido.

Tristeza de Bosque

La Brisa pasó corriendo
por la ladera, y cansada,
quiso detenerse un rato
donde el viejo Bosque estaba.
Y algo le pareció extraño,
a pesar de ser verano,
todo lucía enlutado.

Al viejo y cansado Bosque
cabizbajo lo encontró
con sombrero despuntado
que verde cara cubría,
y una barba desbarbada
que lucía casi raída,
y en sus ojos un amargo
y dolido llanto había.
Apoyado en un peñón,
a orilla de arroyo mudo,
que con lento movimiento,
no quería perturbar
un tan sagrado silencio.

Era tan triste aquel cuadro
que aquella Brisa paró.

–Hola, Abuelo, soy tu Brisa
que ha venido de visita.
¿Por qué riegas de tus ojos
una tan triste agonía?
¿Por qué tu capa se cae,
tu sombrero se despunta
y tu barba está raída?

¿Hay algo que pueda darte
para ver en ti alegría?
Es que así como te veo,
no hay Brisa que tenga vida.

El viejo Bosque cansado
miró muy triste a la Brisa,
y ya al ponerse de pie
cual montaña parecía,
más alto que la arboleda,
y mucho más todavía
que el peñón en que yacía.

–Vete por ahí, mi niña,
y pregona donde vas
todo lo que mientras corres
por ese lado verás
–dijo señalando el Bosque
tras el peñón sin mirar.

Ella alzó vuelo enseguida,
muy decidida a observar,
todo lo que el viejo Bosque
le señaló más allá.

Pero al ver lo que allí había,
enmudeció, y fue a llorar
en brazos del viejo Bosque
que comprendía sin hablar.

–¿Cómo puede un ser viviente
que se respeta por tal,
asesinarte, sin miedo
a perecer él detrás?
¿Cómo no pueden amarte
con todo lo que les das?
¿Cómo te cortan la sangre
y queman tu voluntad?
¿Qué corazones de piedra
te vienen a mutilar?

Si hay algo que pueda hacer
para parar esta ruina
lo haré –mi querido Viejo–,
aunque me lleve la vida.
Es que, así como te veo,
nunca antes te veía.

El viejo Bosque sonrió,
con insondable carisma.

–Vete por ahí, mi niña,
y pregona donde vas
todo lo que mientras corres
por ese lado verás
–dijo señalando el Bosque
tras el peñón, sin mirar–
para que así, mientras vivas,
nadie me pueda olvidar.

Ella se fue con su llanto,
y silbó cuando al pasar,
sobre tierra desnuda
llena de aserrín nomás,
se entremezcló con Bosque
que sangraba sin hablar.

Muerte

Piensa.
Siente
la muerte.

Bostezando
inconmovible
su lento caminar
entre la gente.

El espacio lo invade
helado y anhelante.
Despojada de odio
y de amor,
pero sedienta.

¡Cuán inmortal se siente
con su mortal presencia!

La Vida y la Muerte.

Hermanas en guerra.

La Vida,
el aliento.

La Muerte,
su ausencia.