miércoles, 10 de octubre de 2007

Desamparo

Ella se desvive en un último intento
juntando sus fuerzas para retenerlo,
pero él sólo escucha las voces del tiempo
que parecen ecos llamando a lo lejos.

Ella en un abrazo, queriendo estrecharlo,
quiere liberarlo de sentirse huérfano;
y él sólo parece evadirse en sus sueños
y ungirse perdido en su propio duelo.

Ella le reclama, como siempre ha sido,
el no darse nunca, jamás, por vencido;
pero no la escucha, nunca la ha escuchado,
tan sólo lamenta, resigna su estado.

Mas ella sonríe, para ver si acaso
así él se da cuenta de que lo ama tanto;
porque tantos otros ya lo han rechazado
por tenerle miedo, o por el contagio.

De pronto se observan, y se ven llorando;
y comprenden todo lo que está pasando.
Él está muriendo, le queda tan poco,
y dejan al mundo pasar a golpearlos.

Entregada a todo, ella le sonríe,
pero él está mudo;
no mira siquiera sus ojos profundos
la parca ha embargado su luz y futuro.

Cansada y silente se aleja del cuarto,
y muy taciturna parece ir flotando,
medita en silencio su amargo futuro,
huérfana de manos que tomen las suyas
y digan “te amo”.

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