Ya no correrá el río
por la ladera.
Ni han de cantar los pájaros.
Han de perderse todos
los horizontes.
No brotarán más campos.
Se perderá en el tiempo
todo el tiempo.
Los mares subirán
o se habrán ido.
La piedra brotará
sobre la hierba.
Si todo sigue así,
si el hombre
mata el mundo.
¿Quién buscará quimeras?
¿Quién dirá sus plegarias?
¿Quién glorificará al Cielo?
¿Quién, Señor?
¿Quién?
Si el hombre
es un recuerdo…
miércoles, 10 de octubre de 2007
Ansias de poeta
Infinitas las horas
que pudiera yo darte,
trovador interno.
¡No te dejes
arrastrar por descuidos
que hagan de tu oficio
un pasatiempo!
¡No le niegues a tu ser
el ser eterno!
Despierta tus dedos,
expulsa tus temores,
suéltalos sin recelos
en el viento.
Y en el crepúsculo de tu mirada
anida la pasión,
dale vida, color, soberanía.
Ganas de ser en este mundo
verdadera.
Ofréndale sin reservas
cada lágrima;
las risas de tus hijos
(lirios frescos);
aquel dolor ajeno
del que te incautaste.
Dale tu vida,
¡vive de versos!
Desgarra con el alma
el mundo entero
para que sientas con fervor
lo verdadero.
que pudiera yo darte,
trovador interno.
¡No te dejes
arrastrar por descuidos
que hagan de tu oficio
un pasatiempo!
¡No le niegues a tu ser
el ser eterno!
Despierta tus dedos,
expulsa tus temores,
suéltalos sin recelos
en el viento.
Y en el crepúsculo de tu mirada
anida la pasión,
dale vida, color, soberanía.
Ganas de ser en este mundo
verdadera.
Ofréndale sin reservas
cada lágrima;
las risas de tus hijos
(lirios frescos);
aquel dolor ajeno
del que te incautaste.
Dale tu vida,
¡vive de versos!
Desgarra con el alma
el mundo entero
para que sientas con fervor
lo verdadero.
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Segundo Jardín - Historias
Pobrecita
Por un senderito
viene caminando
buscando un destino,
susurrando un canto.
Es una niñita
pequeña y bonita
portando agraciada
sus zapatos rotos.
Moquitos goteando.
De remiendos, ropa,
y, cual un tesoro,
una vieja soga.
Pasa y muchos dicen:
¡Pobrecita niña! ¡Pobre!
¡Pobrecita!
Pero no se fijan
que tú, ¡tienes tanto!
Tienes en tus manos
pobreza y encanto.
Llevas la miseria
con siete letritas.
Como tu calzado,
la tierra que pisas.
Tienes a tu madre
que plancha de día,
y de noche sufre
no darte comida.
¡Pobre!
¡Pobrecita!
¿Sólo eso te dicen?
¿No hay nadie que quite
un poco de todo
lo que a vos te sobra?
Se espantan de verlo.
De ver tus riquezas.
¡Pobre!
¡Pobrecita!
Y aun tras tu cara
y tus sucias mejillas
tenés la simpleza
de ser la más rica:
en tener amigos,
en tener caricias,
en tener un charco
con muchas ranitas.
En correr gallinas
y ver pajaritos.
Poder sonreírte
al son de un: ¡Buen día!
Para vos riqueza
son cosas distintas,
sin hadas ni duendes,
con ángel que cuida.
Tenés la mirada
como dos uvitas
y una sonrisita
como una lunita.
¡Pobre!
¡Pobrecita!
Vos en este mundo
sos rica entre pobres
y pobre entre ricas.
Aquí ya perdimos
tu cara inocente
y hasta tu sonrisa,
y sólo decimos:
¡Pobre!
¡Pobrecita!
Y vos, sin pensarnos,
vivís en tu mundo
de penas y risas.
viene caminando
buscando un destino,
susurrando un canto.
Es una niñita
pequeña y bonita
portando agraciada
sus zapatos rotos.
Moquitos goteando.
De remiendos, ropa,
y, cual un tesoro,
una vieja soga.
Pasa y muchos dicen:
¡Pobrecita niña! ¡Pobre!
¡Pobrecita!
Pero no se fijan
que tú, ¡tienes tanto!
Tienes en tus manos
pobreza y encanto.
Llevas la miseria
con siete letritas.
Como tu calzado,
la tierra que pisas.
Tienes a tu madre
que plancha de día,
y de noche sufre
no darte comida.
¡Pobre!
¡Pobrecita!
¿Sólo eso te dicen?
¿No hay nadie que quite
un poco de todo
lo que a vos te sobra?
Se espantan de verlo.
De ver tus riquezas.
¡Pobre!
¡Pobrecita!
Y aun tras tu cara
y tus sucias mejillas
tenés la simpleza
de ser la más rica:
en tener amigos,
en tener caricias,
en tener un charco
con muchas ranitas.
En correr gallinas
y ver pajaritos.
Poder sonreírte
al son de un: ¡Buen día!
Para vos riqueza
son cosas distintas,
sin hadas ni duendes,
con ángel que cuida.
Tenés la mirada
como dos uvitas
y una sonrisita
como una lunita.
¡Pobre!
¡Pobrecita!
Vos en este mundo
sos rica entre pobres
y pobre entre ricas.
Aquí ya perdimos
tu cara inocente
y hasta tu sonrisa,
y sólo decimos:
¡Pobre!
¡Pobrecita!
Y vos, sin pensarnos,
vivís en tu mundo
de penas y risas.
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Segundo Jardín - Historias
Desamparo
Ella se desvive en un último intento
juntando sus fuerzas para retenerlo,
pero él sólo escucha las voces del tiempo
que parecen ecos llamando a lo lejos.
Ella en un abrazo, queriendo estrecharlo,
quiere liberarlo de sentirse huérfano;
y él sólo parece evadirse en sus sueños
y ungirse perdido en su propio duelo.
Ella le reclama, como siempre ha sido,
el no darse nunca, jamás, por vencido;
pero no la escucha, nunca la ha escuchado,
tan sólo lamenta, resigna su estado.
Mas ella sonríe, para ver si acaso
así él se da cuenta de que lo ama tanto;
porque tantos otros ya lo han rechazado
por tenerle miedo, o por el contagio.
De pronto se observan, y se ven llorando;
y comprenden todo lo que está pasando.
Él está muriendo, le queda tan poco,
y dejan al mundo pasar a golpearlos.
Entregada a todo, ella le sonríe,
pero él está mudo;
no mira siquiera sus ojos profundos
la parca ha embargado su luz y futuro.
Cansada y silente se aleja del cuarto,
y muy taciturna parece ir flotando,
medita en silencio su amargo futuro,
huérfana de manos que tomen las suyas
y digan “te amo”.
juntando sus fuerzas para retenerlo,
pero él sólo escucha las voces del tiempo
que parecen ecos llamando a lo lejos.
Ella en un abrazo, queriendo estrecharlo,
quiere liberarlo de sentirse huérfano;
y él sólo parece evadirse en sus sueños
y ungirse perdido en su propio duelo.
Ella le reclama, como siempre ha sido,
el no darse nunca, jamás, por vencido;
pero no la escucha, nunca la ha escuchado,
tan sólo lamenta, resigna su estado.
Mas ella sonríe, para ver si acaso
así él se da cuenta de que lo ama tanto;
porque tantos otros ya lo han rechazado
por tenerle miedo, o por el contagio.
De pronto se observan, y se ven llorando;
y comprenden todo lo que está pasando.
Él está muriendo, le queda tan poco,
y dejan al mundo pasar a golpearlos.
Entregada a todo, ella le sonríe,
pero él está mudo;
no mira siquiera sus ojos profundos
la parca ha embargado su luz y futuro.
Cansada y silente se aleja del cuarto,
y muy taciturna parece ir flotando,
medita en silencio su amargo futuro,
huérfana de manos que tomen las suyas
y digan “te amo”.
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Segundo Jardín - Historias
Tito
Manos curtidas,
rostro tostado
con el sol de trece inviernos.
Matoncito de mi barrio.
Cabecilla de banda,
que iba derramando su arte,
ése de hacer lo indebido,
a sabiendas del delito.
Duro como lo más duro,
fuerte, tosco y agresivo.
Peleador, y mal hablado,
sucio, y poco compasivo.
En el cole se decía:
“Ése no tiene destino”.
Entre la calle y la casa,
no hay lugar para ese niño.
Y aun, tan duro como piedra,
al llegar la despedida,
en el viaje de egresados
te vi llorar aquel día.
La piedra se volvió agua
que muerta se escabullía,
entre los últimos días
de lo mejor de tu vida.
En casa, con nueve hermanos,
una madre alcoholizada,
un padre que no existía,
y tu soledad marcando
un camino que no había.
Dos años pensé en buscarte
para hacerte compañía,
y compartir un poquito
de la nada que tenía.
Y me quedé en pensamientos,
para siempre conmovida,
por el día en que la roca
en agua se convertía.
Cuando al fin supe de vos,
perdí un pedazo de vida.
−El Tito se ha muerto, Betty,
lo mató la Policía.
Disfrazada de vergüenza,
con el alma corrompida,
te despedí entre fantasmas
descansado en tu porfía.
Dos monedas en los ojos
como pago tú tenías,
con las manitas cruzadas
y un rosario en letanía.
Desde ese día, te juro,
que mi vida yo daría
por haberte visitado
al menos un solo día.
Veinte años ya pasaron
de aquel sublime momento,
en que yo misma vi piedra
que en agua se convertía.
Y pienso que fue ese día,
cuando vos bien entendiste
que había llegado el final
de lo mejor de tu vida.
rostro tostado
con el sol de trece inviernos.
Matoncito de mi barrio.
Cabecilla de banda,
que iba derramando su arte,
ése de hacer lo indebido,
a sabiendas del delito.
Duro como lo más duro,
fuerte, tosco y agresivo.
Peleador, y mal hablado,
sucio, y poco compasivo.
En el cole se decía:
“Ése no tiene destino”.
Entre la calle y la casa,
no hay lugar para ese niño.
Y aun, tan duro como piedra,
al llegar la despedida,
en el viaje de egresados
te vi llorar aquel día.
La piedra se volvió agua
que muerta se escabullía,
entre los últimos días
de lo mejor de tu vida.
En casa, con nueve hermanos,
una madre alcoholizada,
un padre que no existía,
y tu soledad marcando
un camino que no había.
Dos años pensé en buscarte
para hacerte compañía,
y compartir un poquito
de la nada que tenía.
Y me quedé en pensamientos,
para siempre conmovida,
por el día en que la roca
en agua se convertía.
Cuando al fin supe de vos,
perdí un pedazo de vida.
−El Tito se ha muerto, Betty,
lo mató la Policía.
Disfrazada de vergüenza,
con el alma corrompida,
te despedí entre fantasmas
descansado en tu porfía.
Dos monedas en los ojos
como pago tú tenías,
con las manitas cruzadas
y un rosario en letanía.
Desde ese día, te juro,
que mi vida yo daría
por haberte visitado
al menos un solo día.
Veinte años ya pasaron
de aquel sublime momento,
en que yo misma vi piedra
que en agua se convertía.
Y pienso que fue ese día,
cuando vos bien entendiste
que había llegado el final
de lo mejor de tu vida.
Poeta
Fugas de noche,
juglar travieso.
Resucitas cuando el sol
retira su esplendor
tras el ocaso en mira.
Si tan sólo fuera tu ser inquieto
y no tus ansias de tocar el cielo
por medio de papel,
tintas y sueños.
Simplemente deseas soltar tu musa
y en un vuelo de fantasma nocturno,
engatusas sin quid
la blanca Luna.
Astro.
Lustra sus versos con centellas.
Dales la forma y cadencia perfecta.
Pon en el cielo
su nombre a una estrella.
juglar travieso.
Resucitas cuando el sol
retira su esplendor
tras el ocaso en mira.
Si tan sólo fuera tu ser inquieto
y no tus ansias de tocar el cielo
por medio de papel,
tintas y sueños.
Simplemente deseas soltar tu musa
y en un vuelo de fantasma nocturno,
engatusas sin quid
la blanca Luna.
Astro.
Lustra sus versos con centellas.
Dales la forma y cadencia perfecta.
Pon en el cielo
su nombre a una estrella.
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Tercer Jardín - Del corazón
Existe
Existe una persona.
Camina por el mundo
sin rostro
con toda su capacidad
de dar sin esperar,
de oír sin hablar,
de permanecer
sin estar.
Lo sé.
Existe.
Algún día,
a la vuelta de una esquina,
nos veremos.
Y ambos sentiremos
sin saber por qué,
que somos
ese ser
que camina por el mundo,
con anhelado rostro,
con toda esa capacidad
de dar sin esperar,
de oír sin hablar,
de permanecer sin estar.
Camina por el mundo
sin rostro
con toda su capacidad
de dar sin esperar,
de oír sin hablar,
de permanecer
sin estar.
Lo sé.
Existe.
Algún día,
a la vuelta de una esquina,
nos veremos.
Y ambos sentiremos
sin saber por qué,
que somos
ese ser
que camina por el mundo,
con anhelado rostro,
con toda esa capacidad
de dar sin esperar,
de oír sin hablar,
de permanecer sin estar.
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