Desnudo
el joven Árbol
se cubrió con el manto
del ensueño
como lo hicieron todos
ese Invierno.
Rezó el leñoso cuerpo,
temeroso,
comulgando la tierra.
El Invierno
con brazo omnipotente
lo bendijo
con la escarcha inmaculada
de su aliento.
Estremecido
en ese abrazo,
olvidó que todo
a su debido tiempo
siempre pasa;
hasta el Invierno fiel
se marcha un día.
Vencido se entregaba
cuando la dulce Primavera
con candidez de hierba
florecía
susurrando a su oído
tibiamente,
avivando su esencia
de savia reprimida,
despertándole vida.
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2 comentarios:
bello y plagado de imágenes. Un placer leerte. Magda
Hermoso!
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